Señor:
Tú que eres el único Maestro,
concédeme la gracia de ser, a ejemplo tuyo,
maestro para mis alumnos.
Haz que yo sea modelo
de amor, confianza y comprensión;
haz que yo sepa, con mi vida,
educarlos en la libertad,
y con sabiduría capacitarlos
para un auténtico compromiso
hacia los demás.
Haz que yo sea capaz de hablarles de ti,
y de enseñarles cómo hablar contigo.
Haz que ellos se den cuenta que son amados
y que yo sólo busco su verdadero bien.
Haz que mi amistad contigo
sea la fuente de mi amistad con ellos.
Jesús, Maestro,
gracias por haberme llamado a tu misma misión:
ser maestro.
Ana V. de Arce