Qué lindo es llegar a casa y tener paz, contención y amor. Así es mi hogar, mi lugar de refugio, mi remanso.
No creas que siempre ha sido de esa manera. Hubo tiempos en que hacía todo
lo posible por no estar en casa. Sólo encontraba reproches, presiones, y
luego, soledad y depresión.
Pero cuando Jesús vino a mi vida, se ha hecho Señor de mi casa también. Lo
he dejado entrar a morar con mi familia, y ha creado lazos de amor. Le
permití habitar en mi matrimonio, y a renovado el amor entre ambos. Lo dejé
ser parte de la vida de mis hijos, y El cautivó sus corazones y se ha
convertido en Su mejor amigo.
Sí, ahora llegar a mi casa, es mi mejor lugar en el mundo.
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