Cuando pasamos por tiempos de duelo, leer la Palabra de Dios nos trae paz.
Saber que el Señor está conmigo ha sido una de las más grandes fuentes de consuelo y paz que experimenté en la despedida de mi papá. No es fácil dar el último adiós en este mundo a quienes amamos, pero la esperanza del reencuentro nos sostiene. La mano de Dios nos acaricia, y su Palabra nos da paz.
Salmo de David
1 El Señor es mi pastor;
tengo todo lo que necesito.
2 En verdes prados me deja descansar;
me conduce junto a arroyos tranquilos.
3 Él renueva mis fuerzas.
Me guía por sendas correctas,
y así da honra a su nombre.
4 Aun cuando yo pase
por el valle más oscuro,
no temeré,
porque tú estás a mi lado.
Tu vara y tu cayado
me protegen y me confortan.
5 Me preparas un banquete
en presencia de mis enemigos.
Me honras ungiendo mi cabeza con aceite.
Mi copa se desborda de bendiciones.
6 Ciertamente tu bondad y tu amor inagotable me seguirán
todos los días de mi vida,
y en la casa del Señor viviré por siempre.